
El FC Barcelona ha quedado eliminado de la UEFA Champions League tras perder ante el Inter de Milán por un global de 4-3 en las semifinales, en una de las eliminatorias más dolorosas que se recuerdan por la clara superioridad azulgrana en el terreno de juego. A pesar de controlar el balón, generar más ocasiones, rematar más y dominar en todos los registros del partido, el conjunto dirigido por Hansi Flick se despide del torneo sin el premio de disputar la final en Múnich.
En el partido de vuelta disputado en el Giuseppe Meazza, el Barça se mostró ambicioso y ofensivo, pero no logró culminar su gran actuación con el pase a la final. El equipo catalán envió hasta cuatro balones al palo en la eliminatoria, mientras que el Inter no golpeó ni una vez la madera. El más cruel, quizás, fue el de Lamine Yamal justo antes del 3-3 definitivo. La suerte no estuvo del lado blaugrana.
La estadística es tan contundente como reveladora. El Barça completó 1.451 pases frente a los 584 del Inter, con De Jong y Pedri liderando la circulación. Solo en el encuentro de vuelta, los azulgranas sumaron 768 pases. El equipo italiano, en cambio, mostró su mejor versión en las áreas, siendo letal cuando más lo necesitaba.
En posesión, el Barcelona monopolizó el balón con un 72% en ambos encuentros. También dominó en remates (41 por 20) y en centros al área (59 frente a 16), pero el acierto del Inter en momentos clave terminó decantando la balanza.
Lamine Yamal fue el jugador más desequilibrante, firmando nueve remates —cinco de ellos a puerta— solo en el duelo de vuelta. Sin embargo, el Inter supo sacar petróleo de sus 13 disparos totales, con 7 entre los tres palos.
El dato que resume la injusticia futbolística de la eliminatoria es el tiempo que cada equipo estuvo por delante en el marcador: el Barça, solo cinco minutos en total. El Inter, 99. Una diferencia que no se explica por el juego, pero sí por la eficacia.
A pesar de la eliminación, el Barça demostró que está preparado para competir al más alto nivel europeo. Solo le faltó el premio del gol. Un golpe doloroso, pero también una señal de que el camino emprendido apunta alto.