
La plaga de la procesionaria del pino (Thaumetopoea pityocampa) ha adelantado su aparición este año, consolidándose como una amenaza cada vez más temprana debido al aumento de las temperaturas. Habitualmente, este fenómeno se producía entre marzo y abril, pero en algunas comunidades autónomas, la oruga ya ha comenzado su descenso en febrero. Esta situación ha llevado a expertos en sanidad ambiental a recomendar medidas preventivas urgentes.
Un problema creciente debido al cambio climático
Según la Asociación Nacional de Empresas de Sanidad Ambiental (ANECPLA), el adelanto sistemático de la procesionaria se debe al impacto del cambio climático, que está alterando los ciclos naturales de muchas especies. Jorge Galván, director general de ANECPLA, advierte que «es fundamental que las Administraciones locales implementen campañas de prevención en otoño para minimizar el impacto de esta plaga».
Además, Galván recalca que las restricciones europeas sobre los productos biocidas han reducido las opciones de control químico, lo que hace aún más importante la gestión temprana y eficaz de esta plaga.
Un peligro para la salud humana y animal
La procesionaria del pino no solo representa una amenaza para los árboles que coloniza, debilitándolos y dejándolos vulnerables a otras plagas, sino que también supone un riesgo grave para la salud de personas y animales.
El simple contacto con las orugas puede causar reacciones alérgicas severas, urticaria, lesiones oculares e incluso dificultades respiratorias en personas sensibles. «Ni siquiera es necesario tocarlas directamente; sus pelos urticantes, llamados tricomas, pueden desprenderse y ser transportados por el aire, provocando irritaciones y reacciones alérgicas», explica Galván.
En el caso de los perros, el peligro es aún mayor. Estos animales, al olisquear o lamer las orugas, pueden sufrir inflamación extrema, salivación abundante y, en casos graves, necrosis en la lengua o la garganta debido a la toxicidad de los tricomas. La ingesta accidental de estos pelos puede ser fatal.
¿Cómo prevenir y actuar ante la procesionaria?
Ante esta problemática, ANECPLA recomienda que la gestión de la procesionaria del pino sea realizada exclusivamente por profesionales mediante estrategias de control integrado. Algunas medidas de prevención incluyen:
- Evitar paseos en zonas con presencia de orugas, especialmente en parques y pinares.
- No tocar ni manipular las orugas, ni permitir que los niños o mascotas se acerquen a ellas.
- En caso de contacto, lavar inmediatamente con agua abundante y acudir a un centro médico si aparecen síntomas.
- Notificar a las autoridades locales para que tomen medidas de control en espacios públicos.
La aparición temprana de la procesionaria refuerza la necesidad de medidas preventivas y de concienciación ciudadana. El calentamiento global sigue modificando los ciclos de muchas especies, y la rápida adaptación a estos cambios es clave para minimizar riesgos para la biodiversidad y la salud pública.