El castro de Baroña, ubicado en la costa de la Ría da Estrela, emerge como un destacado testimonio de la Edad de Hierro entre los siglos I a.C y I d.C. Este enclave arqueológico, bien conservado y objeto de numerosas excavaciones, ofrece una ventana única al pasado, revelando cómo era la vida en este remoto lugar.
Al adentrarse en el castro a través de un sendero que conduce a la playa, los visitantes son recibidos por una pequeña pero imponente península, la punta do Castro, rodeada por lo que alguna vez fue una robusta muralla. El sitio, que en su época fue una ciudad en miniatura, muestra evidencias de una economía marítima y recolectora, con restos de anzuelos, aparejos de pesca y actividades relacionadas con la metalurgia y la minería.
La elección estratégica del emplazamiento se hace evidente al observar la disposición de la punta do Castro, que proporcionaba una defensa natural con el mar a la espalda y permitía concentrar las defensas en la muralla que protegía el istmo. El castro, compuesto por viviendas circulares u ovaladas, estaba protegido adicionalmente por un foso y una segunda línea defensiva de piedra o arena.
Una de las características más destacadas del castro es su parte más alta, donde se encuentra un área singular que algunos estudiosos sugieren que podría haber sido un santuario. Sin embargo, no existen pruebas sólidas que lo confirmen. Sin embargo, las vistas panorámicas desde esta zona son impresionantes, con el vasto Atlántico por un lado y las pintorescas playas de Baroña y Area Longa por el otro.
La sostenibilidad era inherente en la vida de los habitantes del castro, como lo demuestran los restos arqueológicos que muestran un respeto por las especies marinas. Gracias a obras de rehabilitación, iniciadas en 2012, hoy en día podemos disfrutar de este rincón único de la Ría da Estrela. El castro de Baroña es mucho más que un sitio arqueológico; es un monumento de belleza y misticismo que cautiva a los visitantes con su historia y su entorno natural.
